Familia almorzando delante de la entrada de su casa en el barrio antiguo.
 A los vietnamitas les gusta la calle. Hacen prácticamente toda su vida aquí: atienden sus negocios, cocinan, comen, friegan los platos, duermen la siesta... o se despiojan con pinzas de depilar, se acicalan, se cortan el pelo (todo esto lo he visto) y eso a pesar del frio que hace en invierno, la lluvia que cae todo el año, y el agobiante calor del verano. Además, son muy familiares, y la familia permanece unida toda la vida, pudiendo vivir varias generaciones juntas en la misma casa.
En cuanto a las casas, suelen ser del tipo casa-tubo. El ancho de la fachada es el de una habitación, ampliando su espacio hacia el fondo y hacia arriba. Parece ser que pagan impuestos en proporción a los metros de fachada construidos. Se accede a ellas a través de un largo y estrecho pasillo como el de la foto de arriba.


Casa-tubo en el barrio antiguo de Hanoi. Según el ancho de la fachada se calculan los impuestos.
En las casas de comidas vietnamitas (porque no se pueden llamar restaurantes) y en los puestos callejeros que hay en cada esquina también se come fuera, en mesitas y taburetes minúsculos de plástico. La comida, aunque pueda parecer lo contrario, está buenísima y todo está realmente limpio. Además se puede comer fenomenal por dos dólares. Lo mejor es que no hay horarios, los vietnamitas comen hasta ocho veces al día por lo que siempre hay comida por todos lados.

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